Diferentes especies de legumbres invernales de “vieja data” logran posicionarse cada más en el sistema agrícola actual donde las estrategias productivas demandan rentabilidad y sustentabilidad al mismo tiempo. El caso de la vicia, por ejemplo, es paradigmático su crecimiento en los cultivos llamados “de servicio”; la arveja, la lenteja y el garbanzo son cada vez más una opción inmejorable en objetivos de renta. Otras, como la alfalfa y el trébol se destinan al uso mixto, que combinan cobertura por un lado y generación de alimento para conversión de carne y leche, por otro. Hay algo que todas tienen en común, su alta capacidad en el aporte de N a través de la fijación biológica y las mejoras generales en el estado del suelo que promueven. En los últimos años, las rotaciones con legumbres invernales se han ido incrementando sustancialmente. Si bien cada especie tiene su adaptación climática a diferentes zonas, las precipitaciones juegan un papel fundamental para alcanzar el producto final: materia seca, en el caso de cultivos de cobertura. o grano, en los cultivos de renta. La Vicia Villosa o Sativa como cultivo de servicio o cobertura, tienen una gran adaptación a diferentes zonas del país. La superficie actual se encuentra alrededor de las 500.000 has con un crecimiento anual aproximado del 15%, en coherencia con prácticas que posibiliten migrar cada vez más hacia ambientes sustentables. Los beneficios proporcionados por las legumbres invernales como cobertura son innumerables. Entre ellos se reconocen la mejora de la infiltración de los lotes, el control de malezas, la estabilidad de agregados, el aporte de nutrientes y la disminución de la erosión eólica o hídrica. Aunque, sin dudas, el que más se destaca está relacionado con el ciclo del Nitrógeno, por el cual, la conversión de éste desde la atmosfera hacia el suelo está íntimamente ligado con la fijación biológica. Está evaluado que entre el 60-70% del Nitrógeno proviene de este proceso cuando se implantan leguminosas, y que esto se logra si las semillas de las especies que se implantan se inoculan con bacterias específicas que forman simbiosis con las plantas del cultivo. En el caso de Vicia, ya sea Villosa o Sativa, las bacterias del género Rhizobium leguminosarum biovar viceae son las encargadas de fijar el N proveniente de la atmosfera. En este mismo cultivo, varios autores sostienen que por tonelada de materia seca por hectárea formada está aportando 20-30 Kg de N, y que ese aporte se logra, si inoculamos las semillas, caso contrario la fijación biológica es casi nula y prácticamente no se genera materia verde ni consecuentemente materia seca que es el objetivo buscado cuando se introducen los cultivos de servicio. El servicio que brindan estos cultivos no solo hace mención a la mejora de los lotes donde se incluyen, sino también al servicio que otorgan hacia el sistema agrícola y social en general. Ejemplos de ello son la reducción de costos privados como menor uso de herbicidas a utilizar y disminución de fertilizantes químicos, y la reducción de costos públicos como menos emisión de gases de efecto invernadero y menor contaminación de cursos de agua con nutrientes o agroquímicos (Piñeiro G, 2021). El cultivo de renta posterior al de servicio, no deja de tener efectos positivos, tanto en rendimiento de grano como ahorro en insumos, tal cual fue evaluado por Enrico et al, 2020 en donde, en maíz observaron que las mejores respuestas a la fertilización con N se daban cuando el cultivo era implantado luego de barbecho químico y las menores respuestas cuando era implantado luego de legumbres (vicia o arveja). De la misma manera, la respuesta a la fertilización de N del maíz era menor cuando la legumbre se inoculaba, esto refleja que el N aportado por las leguminosas y más aun inoculadas, proveen Nitrógeno suficiente como para utilizar menores dosis de fertilizantes químicos tradicionales.